La Letanía de Celestina Enjaulada
Lector
de esta poesía
te
deseo advertir
que no
escribo sobre
Calisto
ó Melibea
ni
tampoco aspiro
a ser
como el gran
escritor
de las tierras
ausentes
en un Siglo
ya
pasado
Si
escucho la letanía
de canciones dolorosas
si
escribo poesías
ensangrentadas
no es
porque tengo
un
dolor crujiente
en mi
corazón envenenado
abatido
por no estar
contigo
Amante de mis
mil
sinsabores
o
porque estoy
recordando
la
noche de la
luna de
diamante,
lo hago
porque
soy
la
Celestina Enjaulada
que
todo lo observa
mientras
yace el baúl
clausurado
con la llave
enterrada
en el abismo
de los
mil olvidos
Pobre
de aquel que jamás
ha
sentido su sangre
hirviente
lacerar
sus
venas como
una
hoguera perenne
en el
desierto durante
las
noches delirantes
Soy
aquella enlutada
por
amores que
arrojé
a las profundidades
del río
de los espíritus
ocultos…
Ahora
me burlo de aquel
que
piensa
en lo
absurdo
no le
temo a la muerte
razón
que vivo sin
vida
No son
penas
no son
lamentos
escribo
porque los
dedos ejercen
un imán
imposible
de
controlar aunque
la
mente repleta
de
memorias
añora
matar
son
palabras
al
vacío
las
cuales las
lleva
el viento
al
infortunio de
mis
enloquecidos
amantes
aquellos
que con una
plegaria
ruegan
un beso
una
caricia
una
mirada profunda
un
suspiro embriagante
noches
conmigo son
el
veneno maldito
y
prohibido
hecho
para los
dioses
de Olimpo
no es
una odisea
permíteme
escribir
lo que
sea
Ya ves,
ahora
sucumbida
en los
lamentos
del infierno
Dantesco
observo
en silencio
y curo
las heridas
del
pecador
carente
de sabiduría
orador
de sus letanías
tan
vacías
abrumantes
y tan
repetidas
No supo
escapar el
fuego
de su ser
perdido
en la fe
gusano
lastimoso
ahora
se arrastra
por las
veredas
del
camino
de
espinas
el amor
para él
inexistente
sólo
existe
en las esquinas
No leas
lo que no
pongo
te
observo
y te
aconsejo
que emprendas
tu camino
a ese
ricóndito
mundo y
yace
en el
olvido
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